sábado, 16 de noviembre de 2013

Tarde, mal y a rastras.


Cuando barajas varias opciones a la vez debes saber que pueden pasar tres cosas: eliges una, no eliges y te quedas con todas, o no eliges y todas desaparecen. 
Desde hace un par de meses (o quizás sean exactamente dos meses y dieciséis días), he pasado mucho de mi tiempo convenciendo a mi cabeza de que olvidar era como chasquear los dedos, algo rápido, algo sencillo; pero la verdad es que ni con práctica ni sin ella... olvidar siempre va a ser una materia pendiente. Es tan bonito poder recordar los buenos momentos...tan bonito que a veces no podemos aguantarlo. 
Pero ¿es realmente una opción el olvidar? ¿O es una medida desesperada? ¿Algo a lo que recurrir cuando llegamos a un callejón sin salida y no podemos volver atrás, quizá? 
A menudo confundimos dolor y odio, pero la verdad es que son sentimientos tan diferentes... El dolor confirma que sentimos, que vivimos, que no somos tan solo una marioneta de la sociedad, que algo pasó, pero ¿nada dura para siempre verdad? Todos somos expulsados, echados a patadas del paraíso alguna vez, o un par de veces... Pero odiar..odiar es algo tan fuerte que nos corroe, nos rompe desde dentro, nos desgarra para salir y cuando sale, ¿qué nos queda? Solo un vacío y una fama de tener el corazón más frío que el hielo. 
Lidiamos las peores batallas en nuestro interior, cuando cabeza y corazón discuten tan fuerte que rompes a llorar para dejarlo salir, cuando corazón y cabeza continúan gritando y peleando y aun así, no se ponen de acuerdo. 
He tenido mis fases, mis momentos (buenos y malos) estos meses, a raíz de una decisión que quizás no debió ser tomada, pero lo fue y a lo hecho, pecho. No se puede volver sobre lo hecho porque jamás encontrarás el error. Tienes que tacharlo todo y empezar de nuevo de modo que cuando todo se arregle mires atrás y puedas ver donde estuvo el fallo y entonces, podrá ser superado. 
He querido dejarlo ir sin pensármelo dos veces, que se fuese ese sentimiento de vacío, de "quizá no hice todo lo que pude haber hecho para arreglarlo", de culpa sin ser culpable... Quería, por encima de todo, que desapareciese ese enorme cúmulo de sensaciones que hacía más notable ese insaciable hueco en mi interior. No quería hablar, ni decir que todo iba mal, ni que todo iba bien... no hablar era como no tener que recordar que se había acabado el amor de verano; pero no era, ni por asomo, un alivio. 
Pasaron los días, las semanas, los dos meses y 16 días exactos... y sonreí como si no pasase nada, como si no doliese, como si el daño se lo hubiese hecho solo él, como si no me importase...pero lo hacía, de todas las formas posibles, meses después seguía torturándome desde más sincero adentro. Pero quería demostrar al mundo que era más fuerte que todo eso e ignoré cada espinita que tenía clavada todavía. Una cosa estaba clara, yo siempre supe que no era de esas personas que no derraman ni una lágrima, siempre supe que aun que quizás podía convencer a los demás de que ni dolía ahora ni lo había hecho, no podría engañarme a mi misma.
Llegué a este punto sin retorno, con las cosas poco claras y todas las cartas sobre la mesa... Pero decidir se me hace tan complicado, me suena tan a compromiso, a ti, a mi, a nosotros... suena tan a "o él o yo"... Todo se ha convertido en una batalla interior a gran escala, una lucha entre seguir aferrándote o dar el paso. Todo cobró un significado: cada paso que doy, cada vez que miro atrás..
Pero no es el momento...porque los buenos recuerdos continúan haciéndome trizas y es verdad que los malos ya casi han dejado de ser malos, pero una cosa no quita la otra. 
¿Sabes? Si me estás leyendo, escuchando, si estás pensando en mi... Deberías saber (y todo el mundo debería saberlo también) que olvidar no entraba en mis planes cuando te conocí y tampoco lo hace ahora que ni siquiera podemos decirnos "hola", ahora que no hay manera de todo vuelva a ser como un día fue. Debes saber que la manera en que hicimos las cosas me atormenta cada día, me ha dejado huella, marcada como defectuosa en el amor. Apuesto a que desde que nos dejamos has hecho tantas veces lo que solíamos hacer juntos e incluso lo que no llegamos a hacer, que ya ni recuerdes que yo también he estado en ese punto de tu vida. Y sin embargo yo, he intentado probarlo de nuevo, con otros, y todavía no he dado ni un solo beso más que el último que nos dimos. ¿Sabes? Cuando él puso su mano en mi pierna solo pude recordarte a ti haciéndolo; cuando me pidió un beso y se lo negué solo pude recordar nuestra primera cita, (solo que tú lo conseguiste y él no); cuando me cogen de la mano ahí estás de nuevo... 
Todos a mi al rededor me empujan hacia delante, y es irónico, porque eres tú, tú dentro de mi cabeza, quien me arrastra y me retiene parada en un punto muerto, en el kilómetro cero, en tierra de nadie...

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