viernes, 8 de febrero de 2013

A.F.B.


A veces tomamos las decisiones que los demás esperan que tomemos, y entonces estamos dejando que decidan por nosotros. Pero las consecuencias de eso, nadie las sufre en nuestro lugar. 
He tomado decisiones de las cuales no me arrepiento, pero que si las pienso, ojalá pudiese haber hecho las cosas de otro modo, más fácil, menos doloroso. Decidí alejar de mi a la persona a la que quiero. Lo decidí con ayuda, indirecta, inconsciente...Todos esperaban que esto pasase, tarde o temprano. Y pasó, demasiado tarde quizás. Demasiado tarde porque ahora estoy frente a una pantalla llorando mientras escribo que jamás creí que le iba a querer tanto, que jamás pensé que verle iba a ser tan duro...
Algunos me han dicho que hice lo correcto, otros que me pasé, y unos pocos, que no es amor, que son las hormonas. Pero al fin y al cabo...digan lo que digan, lo único que cuenta es lo que yo siento, y lo que yo siento es que le quiero, y que le echo en falta cada día que pasa, pero que lo que los demás esperan de mi me impide acercarme a él de nuevo, a preguntarle como le va, a saber si él también me echa de menos.
Es como si ya nunca más fuésemos a hablar, como si ya ni se acordase de que me ha conocido. Y sin embargo, yo, no puedo dejar de recordar cómo, cuándo, dónde y por qué le conocí. Bajo que circunstancias, bajo que consecuencias decidí quedarme a su lado. 
Decidí, y para bien o para mal, los buenos momentos, ya nadie me los puede quitar. ¿Pero que hay de los malos? Esos siempre están presentes...a la hora de justificarme, a la hora de convencerme de que no merece mis disculpas, que hice lo correcto, que aun que le echo en falta, no es lo que debería hacer.
Pero cada día que pasa, se hace más y más difícil todo. Pronunciar su nombre, hablar de él, quererle... hacer esto cada día, en los pasillos, suplicando por favor no cruzarme con él, bajando la mirada al suela cuando le veo, disimulando con odio el vacío que ha dejado. Pero en el fondo, todos saben que no le odio, que no puedo hacerlo, porque soy débil y mi debilidad es más grande que todas las cosas que hemos pasado, en cuanto a malos ratos me refiero. 
Algún día, dejaré de hacer lo que los demás esperan de mi, para hacer lo que yo quiero...y asumiré las consecuencias que eso conlleve. Todos los que me conocen, si leyesen esto, sabrían perfectamente que hablo de él, de disculparme sin motivos para recuperarle, porque aun que todos se empeñen en hacerme creer que quien ha perdido aquí, ha sido él, la única que perdí fui yo, porque a él ni le va ni le viene mi estúpido, no tan estúpido enfado.
Lo cierto es que, mis pasos no me llevaron exactamente aquí, pero el tiempo, el criterio de quien ve más allá de lo bueno, eso si me llevó aquí. Me llevó a tener que echar en falta a alguien que jamás creí que perdería. De alguna manera, hemos muerto el uno para el otro, como si ya solo fuéramos dos desconocidos, por mi parte, deseando conocerse, por la suya, sin saber que existo. 
Siento ser débil y echarle en falta porque será eso lo que me hará caer en mi error otra vez. Pero ¿sabes? Si estoy cometiendo un error, será mi error. Un error del que yo me arrepentiré o no, que tendrá consecuencias o ventajas, que me hará más ciega o me dejará ver con más claridad... Quizá lo único que necesito ahora es ver como ni si quiera se ha dado cuenta de que me he ido, quizá si él se mostrase indiferente si intentase, no sé, arreglarlo si se puede decir así... Pero supongo que arriesgarse a tropezar con la misma piedra por millonésima vez, sería estúpido. 
A lo mejor, el tiempo es lo único que necesito. A lo mejor, todo lo que necesito lo tengo y él no está entre ello. A lo mejor, solo a lo mejor, echarle de menos tanto que llegue a odiarlo sea un paso entre un millón. 


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