domingo, 27 de enero de 2013

Los vacíos de su personalidad, tus mejores cualidades.


A veces pensamos que olvidar es todo lo que necesitamos, y nos equivocamos, porque olvidar no es la solución. Olvidar es casi como una enfermedad. Realmente nadie quiere despertarse una mañana y no poder recordar que ha pasado con ese amor tan grande que se tenía; nadie quiere amanecer y no poder pensar en todos esos momentos juntos, ni tampoco nadie quiere olvidar por que del amor se pasó al odio. 
Queremos superar, no sentir dolor. Queremos encontrar la salida tan rápido que nos perdemos, nos quedamos atrapados, en medio de un si y un no, en mitad de un te quiero (olvidar). 
¿Qué queremos realmente de un amor que ha fracasado?
Queremos verlo florecer, ver como poco a poco tanta espera da sus frutos. Queremos ver que no era tan imposible como decían. Simplemente queremos que no haya fracasado, que no fracase, que no se apague, que siga, que dure, que sea de película...Que sea lo que buscamos.
Y si el fracaso ya es inminente, queremos encontrar alguien que cierre las heridas, que se clave más adentro, que le robe el puesto, que saque a fuera todo el dolor que nos dejaron, que sea justo lo que nos gustaba del otro.
Y ahí está el problema...Queremos que sea como ese amor improbable, imposible, platónico, finalizado o quizás nunca empezado. Queremos que sea como él era, cuando en realidad lo que necesitamos en un cambio. Necesitamos que nos traten como nunca nos trataron, no como ya lo han hecho. Necesitamos que entienda que la espinita sigue ahí, pero que no sienta celos.
La vida es caer y levantarse, querer y volver a querer sin miedo, equivocarse y reconocerlo, superar odios y rencores, ver como amigo a quien querrías tener como novio y comportarte como amiga y no como perra en celo. La vida es eso, vivir en paz contigo mismo y con los demás. 
Tenemos tendencia a encerrarnos y sufrir por alguien que ni siquiera se lo merece, por alguien que ni siquiera se da cuenta de lo que es para nosotros. Y solemos darnos cuenta cuando ya es demasiado tarde, pero más vale tarde que nunca. 
Yo, la verdad, no quiero olvidarle, quiero verle y pensar que los malos momentos con él, serán en un futuro los buenos que tendré con otro, pensar que algún día encontraré alguien que dará por mi lo que yo di por él y que entenderá perfectamente que me preocupe, que me enfade, que le grite y que antes de él hubo otros, pero que también sabrá venir y pedir disculpas, darme mimos, cuidarme. Esa persona será probablemente lo que él no fue. Tendrá defectos y me enamoraré de él por ellos, pero ¿sabes? Tendrá cualidades que rellanarán los vacíos de la personalidad de quien no supo respetarme y quererme, y entonces, solo entonces, habré encontrado a la persona adecuada. Cuando lo que le faltó a quien me hizo daño, sea justamente lo que tenga para enamorarme. Sin más. 

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