lunes, 21 de enero de 2013

Hemos roto sin estar juntos.


Si tuviese que decir como me siento ahora mismo me costaría días, quizás semanas, encontrar las palabras exactas para explicar que no son celos. No tengo ni una sola razón para estar celosa, ni siquiera somos lo que yo creía. Solo fuimos mentiras desarrollándose en mi mente y creándose en su boca. Hemos sido todo y nada en mi cabeza, pero en realidad, nunca hemos avanzado, siempre hemos sido cero. El problema está en el hemos, no hemos nada, él ha sido por su lado y yo he sido por el mío...He sido, contando con que era a su lado.
Han sido mis decisiones, mis incoherencias las que me han traído hasta aquí. He ido caminando al lado de alguien en quien yo misma decidí confiar. Si, hay que escoger en quien confiar, pero bien. Yo escogí confiar en él. Escogí no fallarle, creyendo que no me fallaría. Pero hay algo en lo que yo no tuve mucho poder de decisión...pues yo no escogí quererle así, no escogí estar a su lado cada vez que chasquease los dedos, cada vez que quisiese. Yo no fui quien escogió tardar tanto en caer en la cuenta de que sin principio no hay final.
He tomado decisiones que ojalá no tuviese que haber tomado y de las cuales, a la larga, no me arrepentiré, pero la vida es hoy, y hoy sé que cambiaría lo que fuese por poder creerle de nuevo, por hablarle, por abrazarle cada mañana, por quererle sin más...porque ahora, he decidido tomar riendas, y eso, eso no es para mi, yo que perdono al más imperdonable y quiero al más desagradable, no tardaría en pedir perdón yo misma si pudiese hacerlo, pero que decepcionante sería ¿no?...No hay nada tan necesario en esta vida como para tropezar, levantarse y dar marcha atrás hasta encontrar la piedra y volver a tropezar. Lo que yo necesito para vivir es respirar, alimentarme...vamos, lo que todos, pero a él no. 
Supongo que al verle con otras chicas no me siento realmente alegre, pero no me siento celosa, ni tampoco decepcionada. Sé que no somos nada y que no tengo derecho a pedirle nada ni tampoco se lo pediría. Cabe esperar de alguien, que si le importas, sobran las promesas, las restricciones, las palabras incluso. Cuando yo quiero a alguien, no necesito oírle para saber lo que va a decir...creo que es tan obvio que si te importa una persona más allá de la amistad no andas buscándolas a todas, que creo que sobra decirlo. Si te quiero, yo soy para ti como tú deberías ser para mi. 
He perdido la credulidad, las ganas de creer, las razones para hacerlo. No creo en nada, salvo en la confianza, el respeto mutuo. Más demostrar y menos hablar. Creí en la persona equivocada, y por eso no voy a dejar de creer en todos los demás, pero lo siento, a ti, bonito, se te acabó el juego. Es gracioso, porque yo no era parte del juego, yo no jugaba; yo era el juego, conmigo jugaban. 
Es agradable por una parte no tener que escuchar a todos diciéndote que miente más que pestañea cuando tu cabeza está absorta en sus palabras, y cada una de ellas se convierte en poesía ante tus oídos. Cada frase, cada párrafo que decía o escribía, iban poquito a poco grabándose más allá de mi cabeza. Estaban bien guardadas, bien creídas. Una pequeña biblia, todo en lo que yo creía. Y ahora es un alivio, quizás, no tener que arriesgarme a decidir si creerle o no. Aun que no puedo negar que no desearía tener que dudar una vez más. Supongo que tendrá que pasar un tiempo hasta que no desee que me perturbe cada día. Y aun así, nunca habrán sido suficientes veces las que me haya mentido, porque en las buenas y en las malas, desearía creerle, y ahora, en las malas, sobretodo, estaría ahí como nadie, a pesar de todo. Ojalá tuviese derecho a estar en las buenas, ojalá...pero él tampoco parece preocupado, no parece darse cuenta de lo que tenía ni cuando ya lo perdió. Las tiene de sobra, así que, ¿qué era yo en medio de todas? Probablemente nada, pero en un futuro, cuando le lleguen a él las caídas, los fracasos, las decepciones con el mundo, con las tías que creía tener comiendo de su mano...entonces yo seguiré ahí, cuando todas se hayan ido, yo seguiré ahí, pero no para creerle, si no para demostrarle y para demostrarme que puedo ser todo lo que un chico quiere.
No puedo negar que me pone enferma verle con otras, o más bien, ver que otras consiguen en tres meses lo que yo no conseguí en trece. Ver como él cree tenerlas en el bote y ser ellas quien le tengan entre la espada y la pared. No hay nada que me joda más que la competencia fácil. Yo me abro a los demás de mente mientras las demás se abren de piernas. ¿Y que gano? No mucho más que desilusiones, pero bueno, ojalá todos los males del mundo fueran estes...
Un año da para mucho. Me dio para darme a conocer antes sus ojos y ante su mente, y para que él me diese a conocer justo lo que él quería que supiese y pensase. Que más dan los sentimientos cuando quien piensa no es su cabeza si no su p****...Un buen amigo me dijo, que a esta edad lo de querer está sobrevalorado; yo tengo claro que le quiero, pero ahora no sé de que manera y sin embargo, el sigue muy seguro de lo que quiere, follar con mujer bonitas diciéndoles que les hace el amor y sin acordarse de su nombre al siguiente día, liarse con cualquiera habiendo bebido medio bar, no querer para no arriesgarse, si lo piensas, el plan no es tan malo. Ahora me doy cuenta de que la insegura no soy yo que voy de frente, si no él, que se camufla en cuanto puede, como puede, donde sea y con quien sea. 
Un año es tiempo suficiente para querer y para odiar, para sentir. Un año es demasiado tiempo para tener la mano al fuego por alguien, porque ya me he quemado suficiente, y ahora solo el tiempo es quien para poner a cada uno en su lugar, más allá de lo que yo pueda decir, más allá de los que critican sin saber o sabiendo. El tiempo, querido mío, no pasa en vano. Y como todo lo que sube, baja, pues aquí te espero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario